Remontándonos un poco a la historia del cacao, existen fuentes diversas y grandes contradicciones o desacuerdos, quizá todas tengan un tanto de razón en lo que mencionan; sin embargo, la coincidencia total es que pese a que en América se cultivaba o crecía en diferentes regiones, es en México donde los españoles constatan la importancia y uso que tenía la semilla así como la bebida derivada.
Los españoles la hacen suya y monopolizan por un tiempo su uso y comercialización, sólo que no era un elemento que pudieran mantener aislado, así que conforme crece el conocimiento de la existencia de la bebida en el resto de Europa, también lo hace el interés por consumirlo en diferentes presentaciones, naciendo con ello la industria chocolatera actual, donde se hace presente el adagio mercantil sobre ser el primero brinda la posibilidad del mejor posicionamiento y direccionar el mercado hacia donde el interés personal indique.
Nace a principios del siglo XX el tradicional chocolate con leche en barra por la mejora tecnológica conseguida por la empresa de Henri Nestlé que para ese entonces tenia desarrollada la leche en polvo como "sustituto" de la leche materna (elemento publicitario para los países en desarrollo donde aseveraban a las incipientes madres que era mejor alimento éste que la producida por las propias mujeres).
Siendo Europa el principal consumidor del producto, ahí mismo es donde se desarrollan los adelantos necesarios para hacer crecer la industria, así como posicionarse las empresas suizas como las de mayor prestigio en la fabricación de las golosinas y los productos derivados. Estas mismas empresas son las que fomentan el cultivo del cacao en distintas regiones (principalmente África y Asia) desplazando de esta manera a la región originaria.
Actualmente países de América como son Ecuador, Perú y Brasil, son los que tienen una participación importante en la distribución del mercado mundial como productores de cacao
¿Y México?
Desgraciadamente no pinta como productor pero sí como consumidor, siendo después de EUA, Brasil y Canadá, el siguiente mercado en importancia de América.
No podemos revertir inmediatamente el rumbo que ha adquirido esta actividad o mercado, donde los principales beneficios los obtienen empresas trasnacionales (Nestlé, Cadbury, Roscher, por mencionar algunos), quienes regulan lo que se hace y lo que no, donde quien cultiva y trabaja con sus manos esta semilla no recibe más allá de lo necesario para sobrevivir, mientras los altos ejecutivos no logran decidir cuál auto de lujo usar para ir de fin de semana a una de sus mansiones.
Siguiendo la idea original de este repaso, donde podemos hacer o fomentar cambios primero en lo particular para pasar a lo general posteriormente y en la suma del esfuerzo conseguir un cambio favorable para nuestros compatriotas dedicados a este rubro y nosotros mismos por añadidura, es en lo siguiente:
Cuando hagamos nuestras compras, verifiquemos que el producto que buscamos lo estemos haciendo por un verdadero deseo/necesidad o si estamos respondiendo al reflejo provocado por la publicidad a la que nos vemos sometidos.
Detengámonos a ver si existe un producto dentro de las ofertas nacionales, démosle el beneficio de la duda y atrevámonos a probar lo que ofrecen nuestros compatriotas, es posible que no estén dentro del gusto que hemos desarrollado por los otros productos; lo cual no significa que los nacionales no tengan la calidad o estilo para consumirlos o deleitarnos igualmente.
No olvidemos que las multinacionales han desarrollado su infraestructura a través de mucho años y entre ello está el adiestramiento del gusto en el público consumidor. Una empresa en desarrollo (o supervivencia) difícilmente habrá conseguido cubrir los puntos esenciales de las texturas, pero indudablemente tendrán de gustación más genuina, más acorde a los sabores tradicionales.
Un punto importante en el desarrollo de los productores nacionales (de cualquier ámbito comercial) es la retroalimentación. Si algún punto no está dentro de nuestros gustos o ideas, no se pierde mucho con tomar el teléfono y llamar/mensajear a quien nos vende para hacerle saber nuestra apreciación. Sólo así puede haber cambios concertados o dirigidos según nuestras afinidades. La apatía sólo favorece a los que ya gozan de un sitio en los mercados además de estarles dando el control hasta de nuestras decisiones así como de nuestros gustos.
Apoyemos a estos productores, permitamos que también crezcan como empresa, a la vez que sigan proporcionando y generando empleos tan necesarios en estos tiempos. Una empresa que crece no solo requiere de mano ejecutora sino también de cabezas que piensen, que aporten, de profesionistas, socios, etc. Una acción tan simple como el probar un producto nacional, puede repercutir en muchos ámbitos que nos permitirían eventualmente crecer como país.